12.9.09
Aprendendo de Ramírez (por Isaac Marcel)
Los abajo firmantes, artistas, profesores, periodistas, editores, críticos, historiadores del arte, y amantes de la cultura en general, a título individual o representando a entidades de carácter cultural, deseamos hacer público el presente manifiesto.
1. Estamos muy preocupados por la pretensión de algunos agentes de gravar económicamente la ilustración de los discursos críticos, históricos y didácticos sobre arte. Los pleitos con los que amenazan a los artistas, autores y editores que no se avienen a sus demandas económicas, constituyen una peligrosa interferencia judicial en un terreno que necesita para sobrevivir de la libertad de expresión.
2. Ninguna persona cultivada confunde la obra artística original (ni una eventual copia de la misma hecha con fines comerciales) con las referencias visuales que aparecen en muchos libros, conferencias y artículos de arte. Es muy grave equiparar estos discursos críticos con las publicaciones “de artista” donde las imágenes constituyen la sustancia de la obra, y donde sí parece razonable plantear la cuestión de los derechos.
3. Los agentes jurídicos a los que nos referimos deben hacer un esfuerzo para comprender mejor el universo del arte. El concepto de “reproducción” es complejo y tiene muchas implicaciones. Cualquier consideración seria del asunto debe distinguir entre la naturaleza técnica y material de los distintos tipos de reproducciones y el uso social de las mismas. Es evidente que las ilustraciones que vemos en los libros o en los artículos de arte no pueden compararse con algunas creaciones audiovisuales que sí pueden reproducirse (volverse a producir) de un modo literal, haciendo indistinguibles las “copias” de los “originales”. Tampoco es lo mismo una reproducción aislada elaborada con fines comerciales que la cita visual de una obra inserta en otro discurso intelectual, algo que sí está reconocido como legítimo en la ley española de propiedad intelectual.
4. La historia y la crítica de arte se vienen sirviendo tradicionalmente de imágenes para probar o dar énfasis a sus juicios, lo cual sucede también en otras especialidades científicas. El discurso crítico o histórico-artístico es de naturaleza icónico-verbal. La pretensión de cobrar un canon a los autores, conferenciantes o editores por servirse de los instrumentos propios de su trabajo supone cercenar abruptamente estas ramas del conocimiento. Si prospera semejante pretensión muchos proyectos intelectuales y docentes se harán inviables o tendrán que reorientarse en la dirección que marquen algunas fuerzas económicas, atentándose así gravemente contra la creación y contra la libertad de cátedra.
5. Los artistas vivos no piensan que las citas de sus obras en conferencias, libros y artículos vayan contra sus intereses. Por el contrario, están normalmente muy satisfechos de que los críticos e historiadores se ocupen del trabajo que realizan, y se sienten decepcionados si se prescinde de estas referencias debido a imperativos jurídicos o económicos ajenos a la naturaleza del discurso intelectual. Esta consideración no tiene nada que ver con la lógica defensa los derechos de los artistas frente a posibles falsificaciones o reproducciones ilegales con fines comerciales.
6. La pretensión de gravar las imágenes en las presentaciones y publicaciones críticas e históricas no beneficia a nadie. La obra de arte no puede sobrevivir sin el caldo de cultivo que le proporcionan las consideraciones de los estudiosos. Pero no es sólo eso: los artistas que trabajan sobre la base de creaciones precedentes (los llamados “apropiacionistas”) podrían quedar impedidos para desarrollar su actividad si no se garantizan sus derechos a trabajar sin interferencias.
7. Insistimos con todo esto en nuestra defensa vigorosa del derecho de los artistas a que sus obras sean conocidas, analizadas y disfrutadas con la máxima amplitud y profundidad, sin menoscabo de los beneficios que puedan derivarse del legítimo disfrute de sus “derechos de autor”. Para todos nosotros, críticos, comisarios de exposiciones, profesores de historia del arte, galeristas, museólogos, editores y artistas, es imperativo que se respete el derecho de “cita visual”, reconocido por la Ley de Propiedad Intelectual, y se ponga coto a los acosos judiciales por el supuesto “delito” de trabajar a favor del arte y de la valoración de los creadores.
En Madrid, a 30 de junio de 2005.
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