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13.8.07

Artigos de crítica ético-estética ou aspirante a snob atrapado no sentido común por Isaac Marcel 

A recepción na crítica do pavillón español da LII Bienal de Venecia (5)

Alberto Ruiz de Samaniego, hombre inteligente y gran ensayista, ha dado el patinazo curatorial padre. Se ha dejado llevar por las amistades y ha metido en el saco a artistas que, en mi opinión, no tienen el nivel adecuado. Hoy le he informado, por teléfono, que me veo obligado a ponerle un poco a caldo el sábado próximo en ABCD y he detectado por su tono quen no es que le haya alegrado la tarde. Lo cierto es que no puedo decir más que lo que pienso.

Anotación de Fernando Castro Flórez na súa bitácora

Ademáis Juan Vicente Boo escribe unha crónica sobre a inaguración do evento nesta web . Como é de pago aprópiome dalgúns parágrafes:

Las mejores sonrisas de la Bienal de Arte de Venecia brillaban ayer en el pabellón español gracias al ingenio satírico de Los Torreznos y a varias apuestas arriesgadas del comisario, Alberto Ruiz de Samaniego, crítico de arte de ABC, quien respiraba por fin aliviado y contento en medio del aplauso general. El pabellón español era el que tenía más «alma», y el que despertó más simpatía en una jornada desapacible de viento y de chubascos que echaron a perder millares de hermosísimos zapatos en el recorrido por jardines enfangados. (...)

Si las fotografías de Manuel Vilariño invitaban a pensar, los vídeos de Los Torreznos -Jaime Vallaure y Rafael Lamata- conseguían que el visitante terminase riéndose de la política y animándose a disfrutar un poco más de la vida, sin dejar que se la amarguen líderes mediocres con reincidencia y alevosía. El tiempo es un tesoro de felicidad, y eso hace rico a quien descubre su valor.

Con la sonrisa todavía en los labios, el paso a la sala del santiagués Rubén Ramos Balsa es como un cambio de planeta. Aquí las formas se proyectan en el interior de objetos imposibles, a los compases de la «música arácnida». Y cuando el visitante cree que lo ha visto ya todo en materia de instalaciones, escucha sobre su cabeza un taconeo de flamenco. Al levantar la mirada descubre que los tacones no golpean el suelo del piso de arriba sino, asombrosamente, el interior de la bombilla que ilumina el pasillo.

La imaginación vuela también en la sala del cineasta barcelonés José Luis Guerín, con sus enigmáticas «Women we don´t know», capturadas en varias ciudades europeas y envueltas en el misterio de toda mujer desconocida. Las 24 pantallas -algunas en lugares sorprendentes de la sala- invitan a mirar a la vida con ojos nuevos y de un modo más humano. (...)

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